sábado, 21 de julio de 2012

DISFRUTANDO LA BELLEZA

 Me había llevado la cámara para poder fotografiar a la pareja de pájaros que habían anidado dentro de la caseta. Así que coloqué todo, bien camuflado, y me puse a esperar a que los padres apareciesen con la comida en el pico para dar de comer a sus pichones. Después de mucha espera y como veía que el tiempo corría, y los pájaros no llegaban, me decidí fotografiar a las plantas del huerto, que ellas sí, estaban ahí.
Primero empecé desde el mismo lugar en el que me encontra, guardando la esperanza de la aparición de las aves. Saqué desde los ángulos que pude. Y viendo que los esperados inquilinos no daban señales de vida, ya me decidí salir y aprovechar la ocasión para deleitarme con la imágen extraordinaria que tenían las hojas, reflejadas por la luz del sol de la tarde, que poco a poco iba cayendo. Ya no eran las plantas en sí, era esa presencia única de la luz la que me interesaba y en ella me recreé. Por ello deseo compartir aquel gran gozo que sentí en el momento de realizar las fotografías. Empecé la sesión fotográfica sobre las cinco y cuando terminé, el reloj marcaba las 9.
Os dejo con las imágenes.


























 Tuve ocasión de presenciar esta hermosísima escena de dos palomas, sobre el hilo de la luz, en un atardecer, a contra luz.









 Sigue la vida



El atardecer cae sobre el huerto. Los últimos rayos de sol dan, ya casi sin fuerza, sobre las plantas de los bancales. A veces la sola presencia de estas cosas nos hacen remover las fibras más hondas del alma.

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